viernes, 1 de octubre de 2010

Manteca al techo (parte 1)

Nadie sabía con exactitud cuando había ocurrido... en qué momento y cómo fué que tirar comida a la basura se había puesto de moda, pero así fue.

Algunos decían que todo comenzó cuando Anastacia Shevchenko, una famosa modelo rusa, declaró abiertamente arrojar todas las noches platos repletos de comida aún caliente a la bolsa de desechos, ante un medio gráfico.
- Me encanta la gastronomía- afirmó en ruso (obviamente)- soy toda una gourmand, y paso gran parte de mi tiempo cocinando o instruyéndome para poder mejorar mis técnicas... pero la verdad es que odio comer, eso se lo dejo a la gente obesa y desesperada. -a lo que agregó: "Quiero seguir cocinando mas y mas para seguir perfeccionándome, para aprender y no solamente para alimentarme como hace la mayoría de la gente... Vivimos en un mundo demasiado materialista donde lo único que importa es sacar provecho de las cosas, uno tiene que cocinar solamente PARA comer, todo tiene que tener un objetivo, un motivo, sino está mal... y eso me parece patético. Lo mío va mucho mas allá de tirar comida a la basura, es una lucha contra el sistema, un mensaje espiritual te diría... quiero hacer las cosas por amor a hacerlas y no por conveniencia, para llenarme la panza como muchos otros... eso sí trato siempre de separar orgánico de inorgánico para que podamos reciclar. Hay gente que no tiene vidrio y tiene que tomar vino en cajas de cartón por ejemplo, pero seguro es algo que mucha gente no sabe porque vive adentro de una burbuja, no tienen conexión con la realidad"
La nota fue acompañada de una serie de fotos en las que podía verse a la modelo arrojando distintos platos a un cesto de basura, desde un sandwich de queso hasta una langosta elegantemente servida en una bandeja de plata. "Comida chatarra" había sido el títular que un periodista gráfico inteligentemente ideó para la nota.

Al día siguiente todo el mundo estaba hablando acerca de ello y las repercusiones no tardaron en hacerse llegar. Manifestaciones a favor y en contra de la modelo, disturbios en las calles, panelistas y expertos opinando en los medios, fotografías de niños muriendo de hambre en Somalía y de personajes mediáticos tirando comida con una sonrisa de oreja a oreja. Pronto todas las modelos querían ser como Anastacia (ya no bastaba con expulsar la comida de sus estómagos, ahora también era necesario expulsarla de los platos y las mesas) y junto con ellas miles de jóvenes necesitadas de un ideal que perseguir.